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San Francesco

El antiguo barrio de Foriporta

En la antigüedad se llamaba el barrio de Foriporta, ya que se encontraba fuera del recinto de la muralla más antigua. Fue en 1860 cuando asumió su nombre actual, dado por la iglesia homónima construida entre finales del siglo XIII y principios del siglo XIV.

Empezaremos a explorar el barrio de San Francesco desde Via Santa Marta, donde se encuentra la Iglesia de Santa Marta, construida en 1342 para las monjas dominicas de la Misericordia y luego renovada en el siglo XVIII. Continuando por este camino se llega al Lungarno Mediceo, límite sur del barrio.

En la esquina con el Ponte alla Fortezza se aprecia la Iglesia de San Matteo in Soerta. La fundación del convento de monjas benedictinas fue en 1027, y la iglesia fue reconstruida sobre otra iglesia anterior, ampliándose más tarde en los siglos XII y XIII. El convento incorpora edificios previamente articulados en un complejo cuadrilátero alrededor de un patio. Durante el siglo XVIII, el interior de la iglesia fue decorada por Giuseppe y Francesco Melani con ricos frescos barrocos con la «Gloria de San Matteo» e «Historias de la vida de San Matteo».

Continuando por el Lungarno Mediceo se observa el Palazzo Schiff, que fue construido en 1027 y actualmente alberga la Prefectura Pisa. Después de la Unificación de Italia fue reconstruido en estilo neogótico. El edificio se asoma a la Piazza Mazzini, donde se encuentra la estatua dedicada a Giuseppe Mazzini.

Justo al lado se puede ver el Palazzo Roncioni, qué en su fachada de mediados del siglo XVII, destaca el escudo heráldico de los propietarios, con un caballo robusto, llamado «concione» o «zumbido». El edificio se construyó gracias a la unificación de varias casas medievales, algunas de las cuales son claramente visibles en los laterales. En su interior se conservan preciosos frescos del siglo XVIII, pero una restauración reciente también ha resaltado las decoraciones de pintura medieval que datan de los siglos XIII y XIV. El palacio todavía pertenece en gran parte a la familia Roncioni, descendiente de una de las familias nobles más antiguas de la Toscana. Entre los siglos XVIII y XIX, el palacio fue el alojamiento temporal de ilustres invitados, incluidos el Gran Duque Pietro Leopoldo, Madame de Staël, Paulina y Luis Bonaparte y Lord Byron.

Despues, os aconsejamos ver el Palazzo Toscanelli, que toma su nombre de la familia de constructores Toscanelli pertenecientes a la burguesía emergente y que lo compró en 1827. El trabajo de restauración del siglo XIX, realizado por el arquitecto Alessandro Gherardesca, reemplazó los marcos de piedra arenisca por losas de mármol en estilo neoclásico, que hoy en día se han perdido. La estructura interna fue renovada y se convirtió en un suntuoso hogar para Giovan Battista Toscanelli y la esposa Angiola Cipriani.

Los frescos en los techos de Nicola Cianfanelli, Gaspero Martellini y Annibale Gatti todavía son visibles, y se dan escenas que representan a Byron y la poesía, La apoteosis de Galileo y La apoteosis de Miguel Ángel. Al último artista se le atribuyó, sin ninguna certeza, el diseño del edificio. Originalmente, en el Palazzo Toscanelli, estaba la escultura de Tribolo que representa una arpía montando un sapo, preservada en las colecciones del Palazzo Blu. Desde 1913, el edificio ha sido la sede del Archivo Estatal de Pisa.

Prosiguiendo en dirección norte, os encontraréis con la pequeña iglesia de Sant’Andrea Fuoriporta. Ya citada en el 1104, su nombre deriva de su ubicación fuera de la puerta de las primeras murallas medievales.

Muy cerca, en Via Palestro, se presenta la Sinagoga. Inaugurada en el 1595, es aún utilizada en la actualidad por la Comunidad hebrea. La presencia judía en el área de Pisa se atestigua desde finales del siglo XIV. El núcleo primigenio de la Sinagoga correspondió a una única casa, a la cual se añadieron con el pasar de los siglos, otras dependencias. El aspecto actual es fruto de una reestructuración realizada entre el 1861-65 que decidió dar un aspecto geométrico y rectilíneo al complejo, que recuerda al primer renacimiento toscano.

Los espacios internos se ampliaron, se elevaron y se enriquecieron con preciosos detalles de influjo clásico que aún hoy en día son visibles, como la bóveda decorada de la sala de culto. Prosiguiendo por la misma Via Palestro, se llega a la iglesia de San Pietro in Vinculis, construida por los agustinos entre 1072 y 1118. Su pavimento está formado por mosaicos, y se encuentra elevado, ya que contiene en su zona inferior, una cripta con bóvedas cruzadas y capiteles romanos.

Volviendo otra vez al Lungarno Mediceo os aconsejamos una parada en la pequeña Piazza Cairoli. Construida a mediados del siglo XVI en época de Cosimo I de Medici y bajo el mandato del administrador Luca Martini. Las obras fueron realizadas por Giovan Battista Cervelliera. En el centro de la plaza se colocó la columna que sostiene la estatua de la riqueza hecha por Pierino da Vinci.

Solo uno de los lados de la plaza fue completado con la logia para el mercado que tenía que ocuparla entera, mientras que los otros lados se cubrieron con techumbres de madera. Al conectar directamente con la orilla del río Arno, desempeñó un papel importante como parada y entrada para quienes, a través del Arno, venían del campo a la ciudad. Actualmente, la plaza alberga un «mercado de agricultores» con productos km 0, cada cuarto sábado del mes.

A unos cinco minutos de Piazza Cairoli, ya en dirección norte por Borgo Stretto, se llega a la iglesia de San Michele in Borgo. La iglesia, con su monasterio fueron levantados en el 1016 y perteneció inicialmente a los monjes benedictinos y desde del siglo XII a los Camaldulenses. El complejo fue restaurado debido a la destrucción de los bombardeos durante la segunda guerra mundial. Su fachada es un claro ejemplo de estilo románico pisano con influencias góticas y en su interior conserva obras de arte muy destacadas.

Otra iglesia es la de San Paolo all’Orto, documentada desde 1086, fue un priorato del siglo XII y desde el siglo XV fue utilizada por las monjas agustinas. La fachada tiene el revestimiento típico pisano en lastras de mármol de dos tonos y en el interior hay restos de sinopias y frescos del siglo XII-XIII y decoraciones en fresco y estuco del siglo XVIII. Hoy en día está desconsagrada y se utiliza principalmente para eventos culturales.

La iglesia de Santa Cecilia, fue fundada alrededor de 1103 por los monjes camaldulenses, consagrada en 1107 y completada durante el siglo XIII. Su estructura es bastante característica porqué aunque esté principalmente realizada en ladrillo tiene su base inferior hecha en piedra.

Prosiguiendo por Via San Francesco, llegaréis a la Piazza de San Francesco, con su homónima iglesia que da nombre al barrio entero que estamos descubriendo: San Francesco. El primer testimonio de una iglesia dedicada a S. Francesco se remonta a 1233. El complejo se pudo construir gracias al apoyo del Municipio y a las donaciones privadas, por ello la iglesia se convirtió en un lugar de relevancia pública, hogar de un estudio, conteniendo incluso una biblioteca y un scriptorium. En el 1261, el arzobispo Visconti, reconociendo el importante papel de los frailes predicadores, decidió expandir la iglesia bajo la dirección de Giovanni di Simone.

No obstante, las dificultades económicas vinculadas a los eventos bélicos en los últimos años del siglo XIII hicieron que la iglesia quedase incompleta hasta qué a principios del siglo XIV, como está escrito en la fachada, empezó su finalización. Durante los siglos siguientes, la iglesia y el convento fueron profusamente renovados y ampliados, y el complejo se decoró con grandes piezas artísticas, muchas de las cuales hoy en día se encuentran en diferentes museos de la ciudad.

 

Continuando el recorrido, os aconsejamos caminar hasta la extremidad noreste del barrio, para contemplar la Abbazia San Zeno. Abadía benedictina que más tarde fue anexada a un monasterio de la Orden de los Camaldulenses. A principios del siglo XV sufrió profundas transformaciones. El edificio, probablemente construido antes del año 1000 sobre un templo pagano preexistente, se caracteriza por un conjunto estratificado de diferentes corrientes y estilos arquitectónicos, como se puede ver en la propia fachada.

El interior, con planta basilical y tres naves, divididas por columnas con capiteles clásicos reutilizados, aún conserva la impronta de la construcción primitiva, completada entre los siglos X y XII. Detrás de la iglesia se encuentra la antigua Porta San Zeno, también llamada Puerta Monetaria en el siglo XIII, porque se encuentra cerca de la casa de la moneda de la época medieval.

La Abbazia de San Zeno se encuentra cerca de la Piazza Santa Caterina, un lugar donde se encontraron numerosos restos de la ciudad romana de Pisa. En la plaza se presenta la iglesia de Santa Caterina.

El edificio actual dedicado a Santa Catalina de Alejandría, fue construido durante el siglo XIII y confiado a los dominicanos. La estructura, tiene una fachada de mármol blanco y gris, con logias y rosetón central, completada en 1326.

El interior monumental fue renovado en el siglo XVII y conserva pinturas de Lippo Memmi, Fra ‘Bartolomeo, Santi di Tito, Aurelio Lomi, Raffaello Vanni, Pier Dandini y esculturas de mármol de Andrea Pisano y de su hijo, Nino Pisano. En ella se custodia una silla de madera del siglo XVII contiene otra con la que Santo Tomás habría predicado.

Acercándonos al final de nuestro recorrido se llega a la iglesia de Sant’Anna. El antiguo monasterio de Sant’Anna, que ahora alberga la Escuela de Especialización y Universidad de Sant’Anna, estaba originalmente formado por la unión de dos edificios monásticos diferentes: el monasterio benedictino de Sant’Anna del siglo XIV y el convento de San del Gerolamo dei Frati Gesuati del siglo XV, y surgió en dos áreas antiguamente ocupadas por propiedades privadas.

La historia del Monasterio de Sant’Anna, la parte más antigua del complejo actual, es muy similar a la de otros monasterios, construidos entre los siglos XIV y XV dentro de las murallas de la ciudad, por iniciativa de las comunidades religiosas presentes en la zona para protegerse de la violencia de las guerras.

El último espacio religioso del barrio de San Francesco es la iglesia de San Torpé. La iglesia y su anexo monasterio fueron fundados entre el 1254 i el 1278 y pertenecían a los frailes Humiliati. La iglesia conserva algún buen ejemplo de pintura del siglo XVII. Llegando al extremo noroeste del barrio, y al centro del Largo Parlascio, se aprecian los más evidentes restos romanos existentes en la ciudad de Pisa: se trata de las Termas de época adrianea (siglo III d.C.) que el pueblo bautizó como ‘Bagni di Nerone’.

El descubrimiento de las ruinas se remonta a 1548, cuando por primera vez se definieron como laconicum; sin embargo, la atribución de la estructura a Nerón es del siglo XIII y se enmarca dentro de una vasta tradición que hablaba de las estrechas relaciones del emperador romano con la ciudad de Pisa. Hoy, a través de la interpretación de las técnicas constructivas, de las características estructurales y de los datos de materiales, se ha podido fechar el edificio en las últimas dos décadas del siglo I d.C. y relacionarlo con la familia Venuleii, de suma importancia en el territorio pisano entre los siglos I y II.

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